viernes, 16 de mayo de 2014

DESCUBREN LA PARTE DEL CEREBRO QUE NOS DEJA PARALIZADOS DE MIEDO







Ante una posible amenaza, lo primero que hacemos es quedarnos quietos y expectantes. Expresiones como “contener la respiración” o “quedarse paralizado por el miedo” hacen referencia a esa respuesta defensiva de inmovilidad, que es una constante con pocas variaciones en todas las especies de mamíferos, incluida la nuestra. Se caracteriza por el cese del movimiento voluntario y el incremento del tono muscular. El resultado una postura tensa, “congelada”.
Se sabe que esta ancestral respuesta ante las amenazas está mediada por la sustancia gris periacueductal (SGPA). Con este nombre se denomina a un conjunto de neuronas que rodean, a la altura del cerebro medio (mesencéfalo), la cavidad por donde circula el líquido cefalorraquídeo (el acueducto cerebral).

La sustancia gris periacueductal está implicada, además, en funciones como la modulación del dolor, la ansiedad y de la conducta reproductiva. Además de paralizarnos de miedo, también es capaz de elevar la tasa cardiaca y la presión sanguínea y poner en marcha la respuesta de lucha o huida.

Este grupo de neuronas que rodean al acueducto cerebral es una parte central del circuito cerebral encargado de poner en marcha las respuestas frente al miedo. Está conectado con la amígdala, una estructura fundamental en el procesamiento de las emociones, entre ellas el miedo. Ante un peligro inminente, como el ataque de un animal, la señal desde la amígdala llega a la SGPA y se inicia un comportamiento defensivo de lucha o huida.
Sin embargo, ante un peligro no tan inminente, como una amenaza, otra zona del anillo de Sustancia Gris Periacueductal, la ventrolateral, pone en marcha otro comportamiento, en este caso de inmovilidad.

HALLAZGO INESPERADO

Aunque se conocían las conexiones de la SGPA con la médula espinal, se desconocía exactamente cómo esta estructura orquestaba la respuesta que nos lleva a quedarnos paralizados por el miedo. Una reciente investigación de la Universidad de Bristol publicada en “Journal of Physiology”, ha dado con una cadena de conexiones neuronales que une esos circuitos de supervivencia centrales del miedo con el cerebelo, una estructura que se localiza en la base del cerebro y se encarga del control de los movimientos, entre otras funciones.

En concreto, los investigadores liderados por Richard Apps, han seguido “el hilo” desde la sustancia gris periacueductal de ratones hasta la pirámide del cerebelo, una estructura que, según este trabajo, se pone en marcha frente situaciones amenazantes naturales o bien aprendidas, como ocurre con la ansiedad.

Como novedad, el trabajo resalta que la pirámide del cerebelo actúa como un importante punto de convergencia para las diferentes redes de supervivencia con el fin de reaccionar ante una situación emocionalmente difícil, señalan los investigadores. Se trata de un punto clave dentro de la cadena que une la sustancia gris periacueductal con la médula espinal, la ruta responsable de que nuestro cuerpo se congele cuando experimentamos miedo.




APLICACIONES TERAPÉUTICAS

Entender cómo funcionan estas vías nerviosas del miedo, más allá de la mera curiosidad, es un paso fundamental para desarrollar tratamientos eficaces en trastornos como la ansiedad, los ataques de pánico y las fobias, explican los autores. “Nuestro trabajo muestra por primera vez que el cerebelo es un objetivo prometedor para desarrollar estrategias terapéuticas destinadas a corregir los estados emocionales alterados en el trastornos de pánico y las fobias”, resalta Bridget Lumb.


Además han descubierto que la SGPA es la responsable de la tensión muscular que acompaña a la sensación de sentirse paralizado por el miedo, y que tiene lugar por la activación de las neuronas motoras alfa, que inervan los músculos. Trabajos anteriores ya habían relacionado los comportamientos defensivos asociados al miedo con el cerebelo, en concreto con la zona media, donde se localiza la pirámide, que recibe las señales procedentes de la médula espinal. En particular la zona del vermis parecen jugar un importante papel en la consolidación de la memoria del miedo.




PILAR QUIJADA

Fuente: www.abc.es

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