viernes, 23 de mayo de 2014

SÍNDROME DE TURNER

El síndrome de Turner es un trastorno genético causado por una alteración ( falta total o parcial) del cromosoma X.
Los seres humanos tenemos 46 cromosomas es decir, 23 pares, de los cuales solo un par de ellos es el determinante del sexo de los individuos: el X y el Y.  Las mujeres poseen dos cromosomas X y los hombre un cromosoma X y otro cromosoma Y.
Esta enfermedad genética solo afecta a las niñas, ya que los niños al tener solo un cromosoma X, la ausencia total o parcial del mismo sería incompatible con la vida.
No se conoce la etiología exacta por la cual se produce este trastorno cromosómico aunque se apuntan dos posibilidad. Por un lado, podría deberse a un error en la división de las células sexuales (meiosis), ocurrido en el momento de formarse el óvulo o los espermatozoides, que haga que uno de los dos no porte  el cromosoma X. Por otro lado, que la pérdida del cromosoma se produzca más adelante, en la división del óvulo ya fecundado (mitosis), inmediatamente después de la concepción.

La frecuencia con la que este síndrome se presenta en la población es de 1 entre 2.500 recién nacidos vivos del sexo femenino.

Carasterísticas clínicas típicas dicho síndrome:


  • Talla baja, por lo general menor de 1,60 metros.
  •   Formación defectuosa de ovarios y órganos femeninos internos, así como ausencia de óvulos (disgenesia gonadal e infertilidad).
  • Aspecto infantil de los genitales externos y en algunos casos malformaciones en los mismos.
  • Tórax con forma de escudo.
  • Malformaciones cardiacas y renales.
  • Pliegues flácidos en la parte posterior del cuello, lo que se conoce como “cuello alado” o pterigium colli.
  • Alteración en la alineación de los huesos del antebrazo. Lo que produce un cúbito valgo o desplazamiento del antebrazo hacia fuera.
  • Implantación baja de cabello. 
  • Aumento de volumen o edema de manos y pies.  



 Tratamiento
Los pacientes con Síndrome de Turner deben ser evaluados y tratados periódicamente por un grupo multidisciplinario conformado por varios especialistas: pediatra, cirujano, nefrólogo, cardiólogo, psicólogo...
La talla baja se trata con hormona de crecimiento.
Se suele recomendar la aplicación diaria de una inyección subcutáneo e iniciarse a partir de los cuatro años de vida.
Existen otros tratamientos que se pueden aplicar junto con la hormona de crecimiento que consiste en el alargamiento quirúrgico de las extremidades o alargamiento óseos.





jueves, 22 de mayo de 2014

Historia de la lobotomía


En uno de los capítulos especiales de Halloween de los Simpson, Homer viaja a través de varios universos temporales alternativos gracias a una tostadora estropeada a la que convierte involuntariamente en máquina del tiempo por medio de una desastrosa reparación. Uno de esos universos está dominado por Ned Flanders, convertido en una especie de Gran Hermano cursi y sonriente que no duda en practicar lobotomías frontales a los ciudadanos descontentos con el régimen. El método que se emplea al practicarlas consiste, en palabras del tabernero Moe Szyslak, en extraer un pedazo de cerebro a través de la nariz, sin necesidad de abrir el cráneo en una operación abierta.

Por surrealista que pueda parecer el método descrito en la famosa serie de dibujos animados, varios miles de personas fueron sometidas a operaciones similares entre los años treinta y sesenta de pasado siglo, aunque los orígenes de la lobotomía se remontan a finales del siglo XIX. Utilizando diferentes técnicas, a estas personas se les extraían pedazos enteros de sus lóbulos frontales, aunque lo más común era que los cirujanos se limitaran a cortar las vías nerviosas que comunican dichos lóbulos con el resto del cerebro. Al hacer esto, se pretendía curar enfermedades y desórdenes mentales como la esquizofrenia, la depresión o los trastornos obsesivo-compulsivos. Lo cual se conseguía en apariencia muchas veces, ya que los enfermos se volvían dóciles y tranquilos, aunque lo que en realidad ocurría es que quedaban básicamente catatónicos, gravemente incapacitados para el resto de sus vidas.

                                         Picahielos adaptados para la lobotomía

Eliminar las conexiones por las que cursaban emociones básicas como la ira o el dolor, parecía un buen sistema para mejorar la calidad de vida de la persona afectada y de su familia. Egas Moniz propuso una técnica que consistía en hacer dos pequeños agujeros a los dos lados de la frente y meter a su través una herramienta de la que salía un alambre retráctil que cortaba el tejido nervioso y permitía separar la corteza prefrontal del resto del cerebro. Freeman usaba otra técnica llamada la lobotomía del punzón de hielo porque insertaba un instrumento puntiagudo a través del delgado hueso que forma la órbita ocular, dando un golpe con un martillo, y luego lo movía hacia un lado y otro, seccionando también las conexiones de la corteza prefrontal. La técnica de Freeman era muy rápida, no requería hospitalización y llegaba a realizar unas 25 lobotomías al día. En una década y media que estuvo en uso esta técnica, se hicieron decenas de miles de operaciones psicoquirúrgicas en todo el mundo. La lobotomía desapareció del “arsenal” de los psiquiatras cuando aparecieron nuevos fármacos como los antipsicóticos y analgésicos poderosos, pero ellos tampoco estaban libres de efectos secundarios y problemas.


Mediante este método, Freeman lobotomizó a centenares de personas entre 1947 y 1967, incluyendo a una hermana del presidente John Fitzgerald Kennedy, Rosemary, que quedó infantilizada de por vida. Finalmente, le fue retirada la licencia después de que varios de sus pacientes murieran a causa de hemorragias cerebrales.

Por aterrador que nos parezca hoy día, lo cierto es que la práctica de la lobotomía estuvo ampliamente extendida y aceptada durante las décadas centrales del siglo XX. Se calcula que en ese plazo de tiempo fueron lobotomizadas varias decenas de miles de personas, no sólo en los Estados Unidos, sino en el Reino Unido y en Escandinavia. Se trata, en cualquier caso, de uno más de esos capítulos oscuros de la medicina en los que fue tan fecundo el siglo XX, quizá tan sólo superado por el enorme éxito de la eugenesia en esas mismas décadas.


Para saber más:
C. George Boeree, «A Brief History of the Lobotomy», disponible en http://webspace.ship.edu/cgboer/lobotomy.html.
Annalee Newitz, «The Strange Past and Promising Future of the Lobotomy», Wired Science, 31/03/2011, disponible en http://www.wired.com/wiredscience/2011/03/lobotomy-history/

El estrés abre la puerta a la demencia


El estrés abre la puerta a la demencia

El estrés en la mediana edad se asocia con un mayor riesgo de Alzheimer. | EL MUNDO






Numerosas investigaciones han demostrado que sufrir una experiencia traumática aumenta el riesgo de padecer secuelas incluso años después del suceso. Se trata de episodios de alto impacto, que hacen saltar por los aires la vida de quien los experimenta.
Pero, ¿qué pasa con los 'golpes' que no se consideran excepcionales? ¿cuál es el efecto de los problemas, conflictos y cambios que marcan lo que se puede llamar una vida normal? Una investigación ha tratado de arrojar un poco más de luz sobre estos factores de estrés psicosocial y sus consecuencias para la salud neurológica.
Sus datos, como de costumbre, advierten de los riesgos de vivir rodeado de quebraderos de cabeza, sobre todo en la mediana edad. "Nuestro estudio muestra que factores comunes de estrés psicosocial pueden tener consecuencias severas y prolongadas tanto de tipo fisiológico como de tipo psicológico", señalan los autores de esta investigación que acaba de publicar la revista 'BMJ Open'. Sus conclusiones, de hecho, ponen sobre la mesa una estrecha relación entre el número de estresores que sufre una persona en la mitad de su vida y sus posibilidades de sufrir demencia décadas después.
Para llegar a estos resultados, estos científicos liderados por Lena Johansson, de la Unidad de Epidemiología Neuropsiquiátrica de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), realizó un seguimiento a 800 mujeres suecas nacidas entre 1914 y 1930 durante un periodo de aproximadamente 40 años.
Las participantes, que se enrolaron en un ensayo sobre la evolución de su salud en 1968, se sometieron a distintos exámenes y test neuropsiquiátricos periódicamente a lo largo de su vida (en 1974, 1980, 1992, 2000 y 2005). En cada visita, aparte de las pruebas habituales, cada participante debía relatar si sufría síntomas relacionados con el estrés, como irritabilidad, miedos frecuentes o problemas de sueño.
Además, en su primer encuentro con los investigadores, a estas mujeres se les preguntó sobre cómo les afectaban 19 factores estresantes comunes, como haberse divorcionado, haberse quedado viuda, tener algún familiar con enfermedades mentales, sufrir problemas en el trabajo, o necesitar ayuda social del estado.
Según los datos del trabajo, un 25% de la muestra reconoció experimentar uno de esos factores estresantes en su vida, mientras que el porcentaje de quienes tenían más de cuatro quebraderos de cabeza importantes en sus vidas ascendía al 16%. El problema más frecuente citado por las mujeres fue tener un pariente cercano aquejado de un trastorno psiquiátrico.
A lo largo de toda la investigación, un 19% de la muestra (unas 153 mujeres) desarrollaron demencia (104 de ellas fueron diagnosticadas de Alzheimer). Lo primero que observaron los investigadores al cruzar estos datos es que el número de factores de estrés declarados por las mujeres en 1968 se asociaba con un mayor riesgo de padecer demencia y especialmente Alzheimer. Esta relación, subrayan, era independiente de otros factores determinantes.
En sus conclusiones, estos científicos reconocen que "son necesarios más estudios que confirmen estos resultados" e indaguen si es necesario poner en marcha iniciativas para manejar el estrés en determinados pacientes para preservar su salud.
Sin embargo, adelantan que hay varias explicaciones que podrían refrendar su hipótesis. Según su punto de vista, el estrés podría causar una cascada de reacciones fisiológicas en el sistema nervioso central, el sistema endocrino, el sistema inmune y el sistema cardiovascular que, de forma conjunta, afectarían al funcionamiento del cerebro y, en consecuencia, aumentarían las posibilidades de desarrollar demencia.

Cristina G. Lucio | Madrid

SEXO, ELIXIR DE JUVENTUD

La lista se amplía: además de divertido, liberador y más bueno que el chocolate, el sexo suaviza la piel, evita arrugas, mantiene el cerebro ágil, aleja el alzheimer y favorece la red neuronal. No da la vida eterna (sólo faltaba eso), pero sí hace que nos sintamos más jóvenes y enérgicos.

Marisa cumplió 50 años el mes pasado pero, a primera vista, parece que acaba de cumplir cuarenta y pocos. No ha pasado por quirófano, ni lleva bótox, ni se gasta un dineral en cremas, pastillas o mejunjes de belleza para mantenerse en forma. El gran secreto que le hace rejuvenecer lo guarda en la cama. Su elixir de la juventud es el sexo, que lo practica con su pareja regularmente unas tres veces por semana. Sin duda, es la forma más económica y placentera para engañar al inevitable paso del tiempo.

Marisa es un personaje ficticio, pero bien podría ser una mujer de carne y hueso. David Weeks, neuropsicólogo clínico del Royal Edinburgh Hospital, da fe de ello. Tras diez años de estudio analizando a 3.500 individuos de diferentes edades ha confirmado que las personas de entre 40 y 50 años que mantienen de media tres relaciones sexuales a la semana se conservan más jóvenes y pueden llegar a aparentar entre cinco y siete años menos. Además, los resultados son similares tanto para mujeres como para hombres.

Es más, Weeks asegura que tener una vida sexual activa (dos o más relaciones a la semana) reduce a la mitad el riesgo de mortalidad por infarto. “El sexo es un excelente ejercicio aeróbico, ya que aumenta los latidos del corazón y bombea oxígeno por todo el cuerpo, lo cual mejora el sistema inmunológico, aumenta la circulación sanguínea y te mantiene físicamente en forma”, explica el neuropsicólogo. Según él, la genética es responsable en un 25% de la apariencia juvenil de una persona madura, el 75% restante se debe a los hábitos de cada uno, y ahí la actividad sexual juega un papel esencial.

El estudio detalla en qué se traducen los beneficios de hacer regularmente el amor: suaviza la piel, evita arrugas y manchas eliminando impurezas de la tez, mantiene el cerebro ágil y ayuda a prevenir el alzheimer, aumenta la formación e interconexión de neuronas, mejora el sistema cardiovascular, reduce el estrés y la ansiedad proporcionando un bienestar físico y emocional generalizados.

Antoni Bolinches, psicólogo especializado en terapia sexual, añade un matiz: “No se trata de que rejuvenezca, sino que hace sentir a la persona más joven y activa ya que, además de ser un ejercicio físico tiene una gran incidencia en el bienestar personal”. En la misma línea, Inmaculada Fernández, presidenta de la Sociedad Andaluza de Neuropsicología, señala que “es complicado” aseverar que uno puede rejuvenecer exactamente siete años. “Lo que el estudio viene a indicar es que gracias al sexo regular las alteraciones que conlleva el envejecimiento posiblemente van a retrasar su comienzo”. Por ejemplo, el sexo es más efectivo que los sudokus para evitar el alzheimer, según esta neuropsicóloga. “Una de las medicaciones básicas que se recetan hoy en día para prevenir demencia es aumentar el riego sanguíneo en el cerebro, oxigenarlo, efecto que se puede obtener con actividad sexual”. La neuropsicología ha comprobado que una relación sexual activa varias áreas cerebrales, desde que uno siente el deseo hasta que culmina el acto. Entre ellas los ganglios basales y el hipocampo, relacionados con la memoria y las emociones.

Fernández subraya la importancia de mantener activo y saludable el cerebro, pues asegura que los últimos años han aumentado los accidentes cerebrovasculares, cada vez en gente más joven. “Estamos hablando ya de medias de 40 años. Algunos mueren y muchos quedan con secuelas muy graves. Para prevenirlo es importante mantener una sexualidad activa y positiva, además de practicar ejercicio, comer sano y tener hábitos de vida saludables”. El estudio del Instituto de Neurociencia de la Universidad de Princeton (EE.UU.) dirigido por la doctora Benedetta Leuner confirma este argumento, y ha descubierto que así como el estrés disminuye la neurogénesis, el sexo produce lo contrario: el estrés hace que la creación y mantenimiento de las conexiones entre neuronas se reduzca, y hacer el amor los potencia, evitando el envejecimiento cerebral

Pero más allá de las mejoras del sistema neuronal, vascular y hormonal, la doctora Francisca Molero, vicepresidenta de la Societat Catalana de Sexología, subraya que el sexo mejora tanto el bienestar físico como el psicológico, ya que ambos aspectos están interrelacionados. “Todos sabemos que cuando una persona está deprimida o estresada las defensas no están en las mejores condiciones y puede haber un mayor número de resfriados, aparición de herpes o enfermedades oportunistas —explica Molero—. En cambio, cuando alguien tiene una vida sexual activa y placentera su sistema inmunitario se fortalece”.

Aun asumiendo y ratificando los innumerables beneficios que aporta la vida sexual activa a la salud y al mantenimiento de la juventud, el terapeuta sexual Antoni Bolinches insiste en la necesidad de cumplir la regla de oro del sexo sabio: “Mantener relaciones porque quieres, con quien quieres y haciendo lo que quieres”. Si tras leer este artículo alguien se impone mantener relaciones sexuales tres veces por semana con la finalidad de rejuvenecer su aspecto probablemente no consiga su meta. Según la revista del corazón Star Magazine, Jennifer López y Ben Affleck firmaron un contrato prematrimonial en el que ella le obligaba a mantener relaciones sexuales al menos cuatro veces a la semana bajo pena de multa. Bolinches asegura que sería contraproducente seguir el ejemplo de estas estrellas de Hollywood. “Vivimos en una cultura en la que nos guiamos mucho por lo científico, pero de manera acrítica. Los efectos deseados no se producirán si una pareja practica el sexo desde el sentimiento de tarea. Es más, en tres meses tendrán el deseo sexual inhibido, y producirá el efecto contrario al anhelado”.

El gran debate se centra, sobre todo, en la frecuencia. En España la mayoría practica sexo menos de dos veces por semana. Sólo el 38% de la población lo practica entre dos o tres veces semanales según la última encuesta elaborada por el Ministerio de Sanidad. ¿Esto quiere decir que la mayoría no se beneficia de los efectos rejuvenecedores del sexo? Depende.

Bolinches recuerda que la frecuencia no es la misma al inicio de una relación que tras una larga convivencia. El terapeuta explica que hay dos variables: la energía sexual y el atractivo del sujeto amoroso. Cuando se dan los dos factores la frecuencia es óptima, pero las parejas estables con el tiempo entran en lo que se denomina la sexualidad homeostática. “Lo que marca la pauta ya no es el plus del enamoramiento porque ya estás habituado a él, sino la canalización de la energía sexual generada por el organismo”. Y en esa fase, añade Bolinches, entra en juego el arte de buscar el equilibrio y la confluencia del nivel de energía sexual de cada miembro de la pareja. De hecho, alrededor del 60% de las parejas de más de diez años de convivencia mantienen relaciones entre una y dos veces por semana. Si ese es su caso, no pierda la esperanza, porque el terapeuta sexual subraya que el beneficio no está tanto en la frecuencia sino en la calidad de la relación. “Te va a beneficiar más una relación placentera que dos sin ganas”, sentencia.

Sin embargo, la neuropsicóloga Inmaculada Fernández, matiza: “El problema es que en España no tenemos una frecuencia sexual tan alta como para que esto se note como un factor preventivo o factor de salud a nivel cerebral”. Es decir, para lograr los efectos rejuvenecedores que menciona Weeks hay que practicar sexo tres veces a la semana. “Podríamos recomendar un incremento de la actividad sexual para mejorar el funcionamiento cerebral”, asevera Fernández que, sin embargo, indica que hay una serie de factores culturales que hacen que aquí la actividad sexual sea bastante más baja que, por ejemplo, en el norte de Europa.

El segundo factor por el que no hacemos tan a menudo el amor respecto a otras regiones del globo también es cultural. Cuando alguien está estresado tiende a no acostarse con su pareja, cuando lo recomendable es justamente lo contrario. Por ejemplo la típica frase de “me duele la cabeza” no sería una excusa adecuada para no practicar sexo. “Los que trabajamos en el mundo de la sexología precisamente hacemos con más ahínco el amor cuando nos duele la cabeza”, desvela Fernández. Y así lo hacen, porque saben que cuando estamos estresados, el riego sanguíneo disminuye y esto nos provoca dolor de cabeza, y el sexo lo soluciona incrementando el riego sanguíneo y generando neurotransmisores.

“Con los factores emocionales pasa igual”, espeta Fernández, y suelta un dato cuanto menos curioso. En el sur de Europa no es frecuente, pero en los países anglosajones uno de los picos de relaciones sexuales más altos suele ser cuando una pareja vuelve de un entierro. “Lo practican como una respuesta emocional natural para compensar el dolor de la perdida. Es una celebración de la vida”, explica. No en vano, la sexóloga Inmaculada Molero hace hincapié en el gran poder que tiene la actividad sexual en el fortalecimiento emocional y en la autoestima de la persona. Asegura que una vida sexual activa refuerza la confianza, aumenta la sensación de “sentirse vivo” y el bienestar emocional. De hecho, actualmente la mayoría de la población entiende la actividad sexual como un indicador fundamental de calidad de vida y así lo recogen todos los estudios.

Uno de los datos más curiosos que se desprende de la encuesta de salud sexual del Ministerio de Sanidad, y que Inmaculada Molero señala como “uno de los grandes problemas que con los años se solucionará”, es la caída de la actividad sexual entre los viudos y especialmente entre las viudas. La razón más frecuente del cese de la actividad sexual entre las mujeres (el 34%) es la viudedad. “Los viudos se olvidan de que la sexualidad es una capacidad de uno mismo y que aun practicándolo en soledad activa igualmente los sistemas cerebrales de recompensa y mejora la salud”. De hecho, la doctora Molero cree que una sexualidad activa puede ayudar a llevar mejor la ausencia de la otra persona”.

Las encuestas también muestran que tras los 45 años el deseo sexual empieza a decaer y tras los 65 años se convierte en el primer motivo (21,8%) de la ausencia de relaciones sexuales. Esta tendencia debería cambiar y cambiará, según la neuropsicóloga Fernández. Recuerda que los humanos somos seres sexuales desde que nacemos hasta que morimos, y que el hecho de no tener pareja no debería marcar la salud sexual. “Nos sentimos mucho más vivos cuando tenemos deseo sexual y mantenemos una sexualidad activa. Es algo tremendamente positivo para la salud física y emocional, y negárnoslo es una forma de negar parte de nuestra identidad”. Sabiendo que el sexo es tan bueno para la salud, la belleza y el rejuvenecimiento, no tenemos más que dejarnos llevar. Y es que de la misma forma que comer y rascar todo es empezar, el sexo también crea una cierta adicción en la mente. Un estudio realizado por Gert Holstege, de la Universidad de Groningen (Holanda), desvela que el sexo produce una sensación parecida a la droga: al llegar al orgasmo se apaga la zona del cerebro que se ubica tras el ojo izquierdo, la corteza orbitofrontal, encargada del procesamiento de la razón y el control. Produce un placer tan grande que nos lleva a repetirlo la mayor cantidad de veces posible. En principio el cerebro nos lleva a la cama una y otra vez para asegurar la supervivencia de la especie. Ahora también sabemos que nos ayuda a mantenernos más sanos y tener mejor aspecto.

sábado, 17 de mayo de 2014

Afasia de conducción

Una afasia es un trastorno lingüístico producido a consecuencia de una lesión cerebral y consiste en la pérdida o alteración del lenguaje de forma que aparecen problemas en el habla, en la comprensión y en la denominación. Según la localización de la lesión, se sufrirán diferentes tipo de afasias. 

Se ha demostrado que el lenguaje no está sustentado por unos pocos centros cerebrales, sino que sería el resultado de la actividad sincronizada de amplias redes neuronales, redes constituidas por diversas regiones corticales y subcorticales y por numerosas vías que interconectan estas regiones de forma recíproca. La correlación entre varias afasias y la lesión de zonas específicas del cerebro ha sido validada y permanece como algo establecido. Lo que sería un error es atribuir la pérdida de una función completa a una única área.

La afasia de conducción es básicamente un trastorno en la repetición. Se produce después de lesiones en el fascículo arqueado, que comunica las áreas 44 y 22. Sin embargo, estudios con neuroimagen han comprobado que en realidad este tipo de afasia acostumbra a ser debida a lesiones témporo-parietales que preservan la región posterior del córtex temporal. También se puede dar por lesiones fronto-temporales que preservan las áreas de Broca y de Wernicke.

Se considera una afasia fluida con comprensión casi normal. Sin embargo, la fluidez queda seriamente comprometida en los casos graves por tener el paciente problemas en la producción de palabras aisladas, de forma que ésta se limita a secuencias u oraciones cortas con articulación y sintaxis normales. Hasta hace muy poco se creía que la afasia de conducción aparecía como consecuencia de una lesión en la vía de fibras que conecta las áreas de Broca y de Wernicke entre sí. Actualmente se ha observado este síndrome también en relación con lesiones en la circunvolución temporal superior y en la ínsula (Damasio y Damasio, 1980). El síntoma más característico de este tipo de afasia es la dificultad para la repetición que aparece en especial en palabras polisilábicas, que se convierten en auténticos trabalenguas. Aparte de esta dificultad para la repetición, los pacientes con afasia de conducción tienen problemas en la selección apropiada de las palabras y la correcta secuenciación fonémica dentro de palabras individuales. En este caso, al contrario de las distorsiones que se producen en la afasia de Broca, éstas se limitan a palabras individuales, siendo la estructuración del discurso normal con un uso normal de morfemas gramaticales y de palabras funcionales. Una característica de muchos pacientes con afasia de conducción es su dificultad grave para encontrar palabras. En el momento que se produce el esfuerzo por encontrar un determinado nombre o verbo y su organización fonémica, se produce una interrupción de la fluidez.

Las personas con afasia de conducción fallan al ejecutar órdenes en las que está implicado el esquema corporal, sobre todo si suponen una orientación derecha/izquierda. La repetición está muy gravemente alterada y estos pacientes no consiguen repetir correctamente frases, ni sílabas ni palabras.



Fuente:

viernes, 16 de mayo de 2014

EL CITALOPRAM DETIENE EL CRECIMIENTO DEL PÉPTIDO BETA AMILOIDE


 Los antidepresivos ayudan a reducir la placa amiloide asociada al alzhéimer 

Investigadores estadounidenses han estudiado en humanos y ratones los efectos de los antidepresivos de uso común en los péptidos del cerebro relacionados con el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.

 SINC | 14 mayo 2014 20:00

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El citalopram detiene el crecimiento del péptido beta amiloide.
 
El citalopram, un fármaco aprobado en 1998 para el tratamiento de la depresión, detiene el crecimiento del péptido beta amiloide, que se agrupa en placas en el cerebro y que parece desencadenar el desarrollo del alzhéimer.

Es la conclusión de un estudio, publicado en la revista Science Translational Medicine, que revela cómo el compuesto inhibidor de la recaptación de serotonina (ISRS), un antidepresivo de uso común, disminuye los niveles de beta amiloide en humanos jóvenes sanos y en ratones transgénicos con alzhéimer. Entre el desarrollo de la plaza y los primeros síntomas pasan unos quince años; por eso, conocer la formación de estos depósitos y cómo evitarla es fundamental para encontrar maneras de prevenir la enfermedad.

Los autores, de las universidades de Pensilvania y Washington (EE UU), comprobaron los efectos del fármaco en el líquido que rodea las neuronas de ratones y el líquido cefalorraquídeo de humanos sanos.
En esos trabajos se observó, mediante tomografía por emisión de positrones (PET), una asociación entre la duración del uso de antidepresivos y la carga amiloide en los cerebros de los voluntarios de edad avanzada.

Después de la exposición al citalopram, el nivel de beta amiloide en el líquido intersticial del cerebro de los ratones disminuyó de una manera dependiente de la dosis hasta en un 25%. Detuvo el crecimiento de las placas ya existentes y evitó nuevas formaciones.

Estudio paralelo en humanos 

En otro experimento paralelo de doble ciego, 23 sujetos humanos sanos de 18 a 50 años recibieron 60 miligramos de citalopram, el equivalente a la dosis utilizada en los ratones.
Quienes tomaron citalopram presentaron una concentración de beta amiloide un 38% más baja que los que recibieron placebo. También se redujo la nueva producción de proteína en el grupo tratado con citalopram.
Estos resultados son un excelente comienzo, pero están muy lejos de afirmar la capacidad de los ISRS para evitar el deterioro cognitivo asociado al alzhéimer.
Estos fármacos producen su efecto antidepresivo mediante el bloqueo de la recaptación de serotonina en las terminales presinápticas de las neuronas, lo que aumenta la disponibilidad del neurotransmisor y reduce la producción de beta amiloide..
Actualmente, se han propuesto estudiar la acción del antidepresivo en mayores de 65 años. El desarrollo de enfoques terapéuticos seguros y eficaces que puedan reducir la producción de líquido cefalorraquídeo con beta amiloide, aunque sea modestamente, puede prevenir una cascada de daño neuronal.


Referencia bibliográfica:
"An Antidepressant Decreases CSF Aβ Production in Healthy Individuals and in Transgenic AD Mice," by Y.I. Sheline at University of Pennsylvania in Philadelphia, PA; T. West at C2N Diagnostics, LLC in St. Louis, MO; K. Yarasheski; R. Swarm; M.S. Jasielec; J.R. Fisher; W.D. Ficker; P. Yan; C. Xiong; C. Frederiksen; M.V. Grzelak; R. Chott; R.J. Bateman; J.C. Morris; J.-M. Lee; J.R. Cirrito at Washington University in St. Louis, MO; C. Xiong; R.J. Bateman; J.C. Morris; J.-M. Lee; J.R. Cirrito at Washington University Medical Center in St. Louis, MO; M.A. Mintun at Avid Radiopharmaceuticals and Eli Lilly Inc. in Philadelphia PA.

Fuente: SINC

 

 


 

 

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Estimula tu cerebro para vivir más y mejor








Elsa Punset charla con el neurólogo Álvaro Pascual Leone sobre las técnicas de estimulación no invasiva del cerebro, aplicadas tanto a terapia como a mejora de nuestras capacidades mentales.

¿incrementarías tu memoria? ¿mejorarías tus habilidades sociales?
En el programa descubrimos qué piensa la gente sobre estas técnicas y cómo las utilizaría: ¿incrementarías tu memoria? ¿mejorarías tus habilidades sociales?
Pascual-Leone nos da además algunos consejos para mantener nuestro cerebro sano mientras los estimuladores cerebrales nos llegan a todos.


No tenemos porqué conformarnos con lo que nos ha dado la naturaleza.
Álvaro Pascual-Leone
Elsa Punset:
Lo que acabamos de ver ¿es real?, ¿es ciencia ficción? ¿Qué está pasando?

Es decir, podemos mejorar nuestro cerebro, lo que nos ha dado la naturaleza no es, digamos, el principio y el final de lo que hay. No tenemos por qué conformarnos.

Álvaro Pascual-Leone:
Bueno, esta es una gran pregunta. Probablemente lo que tenemos en la naturaleza es lo mejor que podemos tener, pero no funciona, no está funcionando siempre, de la mejor manera posible. O sea, es posible hacer que funcione mejor para cosas concretas.

Y, bueno, acaba siendo una cuestión interesante ver qué hacer para que funcione mejor para aquello que te interesa y cuáles son los posibles costes si haces que mejoren mejor para algo, si pierdes en otras habilidades, ¿no?

Elsa Punset:
Vale. Porque el cerebro de alguna manera está programado para cambiar constantemente, ¿no? Es lo que llamáis plasticidad cerebral los neurocientíficos. Entonces, la genética no lo es todo en este sentido. Hay mucho que podemos hacer para mejorar el cerebro.


Álvaro Pascual-Leone:
La genética es demasiado lenta. La genética te hace el nivel basal. Es el punto de partida, digamos.


Elsa Punset:
Bien. Entonces, esto que veíamos los chicos jugando con los videojuegos, ¿esto ya existe en el mundo real en otros ámbitos, por ejemplo en el militar?


Álvaro Pascual-Leone:
Sí. Intentos de aplicarlo en la vida cotidiana no solo en Medicina, sino en las agencias del ejército americano están explorando este tipo de tecnologías de estimulación para ver si pueden conseguir que lo que llamamos el aprendizaje perceptual, el saber detectar lo que son las dianas de los drones, los pequeños teledirigidos, aviones teledirigidos que llevan un piloto, pues esos pilotos tienen que detectar dianas que por lo visto es muy complicado de aprender a detectarlas y el uso de estas técnicas parece que puede acelerar ese aprendizaje, hacer mejores pilotos.


Elsa Punset:
Y se están viendo resultados en este sentido.


Álvaro Pascual-Leone:
Sí.


Elsa Punset:
Es un campo donde ya se está aplicando el mejorar nuestro funcionamiento cerebral de una forma no invasiva. ¿No? Porque, si volvemos un poco a los inicios de esto, hace décadas que oímos hablar de formas invasivas de estimular el cerebro, sobre todo en contexto médicos, ¿no?


Álvaro Pascual-Leone:
Sí. El cerebro acaba siendo una gran maroma de cables, ¿no? Es un órgano eléctrico que utiliza electricidad para traducirlo en una reacción química concreta para de nuevo activar electricidad.

Y entonces la idea de usar electricidad directamente para activar esos cableados es una idea antigua. Y el problema, durante muchos siglos, es que, como el cerebro está dentro de un aislante fantástico de electricidad que llevamos en la cabecera del cráneo, tienes que abrir la cabeza para poder estimular directamente en el cerebro.

Elsa Punset:
Y eso, Álvaro, a mí siempre me impresiona cuando ves esas operaciones en las que abres la cabeza a las personas y luego las despiertan y les van hablando mientras colocan los electrodos…


Álvaro Pascual-Leone:
Alucinante, ¿no?


Elsa Punset:
Sí. ¿Por qué no sufren? ¿Cómo es posible que lo soporten?

Álvaro Pascual-Leone:
Porque aunque sabemos que notamos el dolor gracias al cerebro, el cerebro no tiene receptores de dolor.


Elsa Punset:
Eso es increíble.


Álvaro Pascual-Leone:
O sea, tú puedes abrir la cabeza y, una vez abierta, lo cual duele un montón, una vez abierta, cortar los sesos… Los sesos mismos no duelen, no tienen receptores de dolor.

Tienen todas las pequeñas arterias y venas, en sus paredes tienen receptores de dolor, por eso nos duele el dolor de cabeza porque se dilata un poco la cobertura y aprieta.
Pero no es el cerebro mismo lo que duele. Y por eso puedes anestesiar, abrir y luego despertar al sujeto y, una vez despierto el sujeto, puedes estimular distintas zonas y preguntarle lo que nota, lo que siente, lo que percibe.
 
Elsa Punset:
Claro, porque no tienes otra forma, si no de saber si realmente estás acertando en el punto exacto, ¿no?

Estamos aprendiendo tanto acerca del cerebro y estamos viendo que hasta ahora estábamos aprendiendo a leerlo gracias a todas las técnicas de neuroimagen y ahora de repente están llegando estas técnicas no invasivas, de las que tú eres uno de los grandes especialistas, que nos permiten, junto a las técnicas de neuroimagen, no solo leer el cerebro, sino saber dónde podemos actuar.
Álvaro Pascual-Leone:
¿Sabes lo que pasa? Que nos hemos dado cuenta de que el cerebro es como un móvil… Tú sabes, las esculturas de Calder, los móviles de Calder… Calder decía que para darse cuenta de la belleza de esa estructura hay que hacerla que se mueva.

Hay que esperar que llegue el viento. En el cerebro sabemos que lo crítico del cerebro es esa dinámica de interacción entre zonas y para poder verlo lo tienes que ver en movimiento, tienes que hacerlo actuar.
No es una zona, es una zona interaccionando con las otras. Y ¿cómo consigues que interaccionen? Interviniendo. Y las técnicas de neuroimagen nos permiten ver los resultados de la intervención; las técnicas de neuroestimulación nos permiten intervenir.

Elsa Punset:
Claro, porque no solo estamos hablando de mejorar la vida de los enfermos sino a lo mejor de tener políticas de prevención y de simplemente ayudar a las personas aunque no parezca que lo necesiten: simplemente para dormir mejor, para ser un poco más felices, para estar más relajadas…


Álvaro Pascual-Leone:
Mira, sabemos que a lo largo de la vida, a lo largo del desarrollo y luego a medida que vamos envejeciendo, el cerebro va cambiando. Ese dinamismo del cerebro va cambiando. La eficacia de los mecanismos de plasticidad que hablábamos antes van cambiando.


Elsa Punset:
Van cambiando a peor, ¿no?


Álvaro Pascual-Leone:
¿Cambiando a peor? Van cambiando distinto. El resultado es que para muchas de las cosas que queremos hacer es peor.


Elsa Punset:
Bueno, es interesante esto. A lo mejor no es a peor sino que la naturaleza ya lo ha pensado así para que te centres en otras cosas.


Álvaro Pascual-Leone:
Yo creo que sí.


Elsa Punset:
Y hemos decidido que es a peor. Que envejecer es a peor por alguna razón.


Álvaro Pascual-Leone:
Por ejemplo, para darte algo que sabemos que es así y que yo por lo menos interpreto como a mejor, el hecho de perder capacidad para asociar cosas muy cercanas, el nombre del objeto, el nombre de la persona... esa pérdida de capacidad para eso está…


Elsa Punset:
¿Te refieres a la memoria?


Álvaro Pascual-Leone:
A la memoria concreta, a la capacidad de aprender los nombres o de recordar dónde dejaste las llaves o de hacer multitasking… todas estas cosas que sabemos que perdemos a medida que nos hacemos mayores va asociado a una mayor capacidad de ver relaciones más distantes entre las cosas y entonces yo creo que la sabiduría de los mayores, que es ver relaciones donde realmente los jóvenes no las ven, esto está sustentado en ciertos sentidos gracias a la pérdida de la asociación directa, de la mirada corta.

Ves el bosque. Y el coste es dejar de ver las hojas.

Elsa Punset:
Uno de tus colegas en Estados Unidos, Richard Davidson, de la Universidad de Wisconsin, hace unos experimentos apasionantes con los monjes y una de las cosas que ha visto es que cuando los monjes meditan… y meditan acerca de la compasión, del amor universal, salen… estábamos hablando de ver el bosque y no el árbol, y ellos justamente trabajan eso, trabajan el amor universal en vez de trabajar el amor por uno mismo o por personas muy cercanas.

Hemos visto que esto cambia el cerebro y que de alguna forma mezcla el pensamiento con la emoción. Hay menos distancia entre el pensamiento y la emoción.
Esto me parece realmente... bueno, apasionante como idea, ¿no? Sobre todo porque en nuestros países occidentales hemos tendido a pensar que los intelectuales tenían que mantener el corazón o la emoción, a distancia.
Había esta cosa muy cartesiana, ¿no? de la emoción y la razón enfrentadas. Y la ciencia nos está diciendo que esto no es así, que realmente una mente rica no es así. ¿Cómo lo ves?

Álvaro Pascual-Leone:
Sí. Esto es así… yo estoy de acuerdo, estoy de acuerdo, y Richie Davidson es uno de los grandes científicos pioneros de este tipo de investigación, ¿no? Y, claro, hay muchos comentarios que se pueden hacer al respecto.

Para empezar, los circuitos cerebrales que nos permiten percibir una emoción están inhibidos y a su vez inhibiendo aquellos que nos permiten reflexionar sobre la misma, tener una introspección. O sea, cuando tú te notas triste es algo muy distinto a cuando tú piensas lo que debe ser estar triste. Yo creo que por eso el psicoanálisis…

Elsa Punset:
Estás sumergido en la emoción.


Álvaro Pascual-Leone:
Estás sumergido en la emoción, exacto. Estás sumergido en la emoción y estás, cuando introspeccionas sobre ello y hablas sobre ello estás distanciándote y… inhibiendo el circuito para poder hablar sobre él.

Entonces, cuanto tú desarrollas un sistema que es capaz de tener una dinámica entre estas redes que las integre más, entonces lo que estás haciendo es ser capaz de reflexionar sobre la emoción y sentirla de una forma empática, conocerla en tus entrañas de una forma más real.
Y yo creo que lo que Richie ilustra es la capacidad de ciertas sabidurías de ser capaz de integrar estas redes no de forma de ying y yang alternantes, sino uniéndolas.

Elsa Punset:
Uniéndolas. Así que todo lo que nos pasa cuando envejecemos cerebralmente no es malo.


Álvaro Pascual-Leone:
No, no es nada malo. No solo no es malo, es crítico para el bien de nuestra sociedad mantener de forma activa, de forma capaz a los mayores precisamente porque nos dan este punto de vista distinto, esta sabiduría.

Yo creo que el gran reto de la Neurología para el futuro es el hecho de que la sociedad envejece, de que nos hacemos mayores y de que con el envejecimiento aumenta de incidencia de todas las enfermedades neurológicas, que son tremendas: el Alzheimer, la depresión, la esquizofrenia…
Los mayores factores de riesgo reales de todas estas enfermedades es la edad. Entonces, ¿qué hacer para prevenir estas enfermedades? Es algo que es importante.
Yo creo que lo que hay que hacer es detectar lo que es el patrón de salud cerebral y desarrollar estrategias para mantener sano el cerebro de cada uno de los individuos longitudinalmente, a lo largo del tiempo. No tratar la enfermedad, sino mantenernos sanos.

Elsa Punset:
¿Estamos poniendo en marcha políticas de prevención? Tú vives en Estados Unidos. ¿Ahí las están poniendo en marcha?


Álvaro Pascual-Leone:
Las políticas yo creo que todavía no. Estamos poniendo en marcha las investigaciones para detectar esto, estamos poniendo en marcha las concienciaciones de la gente que esto es algo importante a hacer, estamos empezando a conseguir que se invierta en investigación para hacer esto.

O sea, yo creo que a veces las políticas tienen que seguir a los datos de investigación.

Elsa Punset:
Que nuestro sistema, supongo, está muy centrado en curarnos cuando estamos enfermos, en estigmatizarnos porque envejecemos, no en ayudarnos a envejecer bien o a prevenir la enfermedad.


Álvaro Pascual-Leone:
Requiere un cambio de mentalidad. El cambio conceptual que hace falta para pasar de ahí a enfatizar la necesidad de estar cognitivamente activo, de mejorar el rendimiento cerebral y de que gracias a eso vamos a tener mayor interacción con el mundo externo y además mayor interacción con tu mundo interno.

Si tu cerebro está más sano, tu cuerpo estará más sano, es el reverso de Jovellanos, la idea de decir «una mente sana en un cuerpo sano», pero también «un cuerpo sano gracias a una mente sana».

Elsa Punset:
Pero eso es bastante nuevo también, ¿no? El impacto de la mente sobre el cuerpo y el cuerpo sobre la mente. Esto ¿por qué hasta ahora no nos hemos dado cuenta de ello?


Álvaro Pascual-Leone:
Bueno, hay culturas que se han dado cuenta. A la Medicina le ha costado. No solo le ha costado sino que cuando empezamos a darnos cuenta lo llamábamos medicina alternativa y por lo tanto lo pusimos ahí un poco en un rinconcito…


Elsa Punset:
Álvaro, estamos viendo estos árboles y es curioso, porque un magnolio, un ciprés, cambian según el clima, ¿pasa un poco con las personas? Es decir, ¿podemos ser todos cipreses, pero según dónde has crecido, según cómo has crecido tu cerebro cambia completamente? ¿Qué es un cerebro normal?


Álvaro Pascual-Leone:
Bueno, esa es una gran pregunta. Realmente necesitamos hacer más estudios transculturales para poder entender cómo el impacto de la cultura, desde el lenguaje a la forma de ser, a la arquitectura, a la historia, cómo esto nos cambia y sabemos que en parte nos cambia porque el medio ambiente, a través de factores epigenéticos, que llamamos, cambian la expresión de los genes, o sea, nos cambia hasta la herencia que traemos si venimos de otro sitio.

Una persona de origen japonés que vive en Estados Unidos es un japonés distinto al japonés que se queda en Japón. Y eso se marca en el cerebro. Increíblemente rápido. Es simplemente…

Elsa Punset:
Y, sin embargo, tú dices que estos nuevos métodos no invasivos de alguna forma van a ayudar a las personas a adaptarse más deprisa porque el mundo va muy deprisa.¿Y esto cómo afecta al cerebro?


Álvaro Pascual-Leone:
Esta es una gran pregunta. De nuevo es lo mismo que estábamos diciendo en las culturas, esto va a hacer unos cerebros distintos.

El cerebro de la sociedad de redes sociales, del Facebook y el twitter, va a ser un cerebro distinto…

Elsa Punset:
El cerebro en red, prácticamente. Estamos todos en red. Cambia uno y cambia otro aunque sea a una distancia. Cuanto más si es cerca.


Álvaro Pascual-Leone:
Y eso es lo mismo que pasa en el cerebro: cambias una cosa y cambian en red todos los otros aspectos del cerebro.

Tú aprendes a tocar el piano y eso tiene una repercusión sobre tu capacidad mental, aprendes a hablar en inglés y eso cambia tu representación de conceptos tan abstractos como el amor porque los términos son distintos… Y, por lo tanto, estructuralmente te cambia el cerebro.
Por eso los árboles son distintos en Estados Unidos, porque la nieve, el clima, todo esto es distinto y, si plantas el mismo árbol en dos sitios, las influencias externas y del subsuelo hacen que acaben siendo distintos.

Elsa Punset:
Así que nos parecemos también a los árboles en ese sentido. ¿Y estas técnicas de estimulación cerebral no invasivas van a reemplazar las técnicas invasivas: los electroshocks y las operaciones quirúrgicas o no?


Álvaro Pascual-Leone:
Yo creo que la posibilidad existe. Obviamente. Yo dirijo un centro de estimulación no invasiva, o sea, yo…


Elsa Punset:
Sí, tú crees en ello.


Álvaro Pascual-Leone:
Yo creo en ello, pero…


Elsa Punset:
¿Para qué va a servir? Dime los grandes ámbitos en los que estáis trabajando.


Álvaro Pascual-Leone:
Bueno, está aprobado como tratamiento para la depresión… Lo que hacemos es identificar el circuito cerebral, la red cerebral que no está funcionando bien y hacer que esa red cerebral funcione bien gracias a teledirigir la inyección de electricidad, por así decirlo, no invasivamente, o sea, hacer que esas conexiones vayan más fluidas.

Pero, cuando haces eso una vez, solo haces que fluya. Cuando lo haces repetidamente, creas el camino.

Elsa Punset:
Eso es la plasticidad cerebral.


Álvaro Pascual-Leone:
Eso es la plasticidad.


Elsa Punset:
Y dime una cosa. Porque es posible que haya depresiones que se deben a factores que no están al alcance, digamos, del que padece la depresión, pero otras a lo mejor se deben a un trauma, a un aspecto más psicológico.

Si tú no cambias la forma de pensar de las personas, ¿puedes cambiar su cerebro? ¿Puedes imponerles un cambio? ¿Puedes hacerles sentir distinto?

Álvaro Pascual-Leone:
Sí. Sí. Eso es lo notable de esto. Tú puedes… Esto no es un tratamiento, un tipo de tratamiento que va dirigido a cambiar la causa. O sea…


Elsa Punset:
Es la causa la que me preocupa.


Álvaro Pascual-Leone:
Claro, la causa pueden ser cien mil cosas. Puede ser un gen, para una enfermedad, me refiero, concreta, puede ser uno o cien genes distintos. Puede ser un trauma, una experiencia vivida, una lesión adquirida, una infección, lo que sea.

La lista es muy, muy larga. Pero cualquiera de ellas acaba afectando a un circuito y ese circuito, esa alteración, da lugar a unos síntomas.
Es como si dices «mi coche no va porque no tengo gasolina», pero puedo haberme quedado sin gasolina por cien mil cosas, porque tengo un agujero en la goma, porque no llené el depósito, porque se evaporó, por lo que sea.
Lo notable es que con esta forma de pensar todo acaba siendo fisiológico y todo acaba siendo psicológico porque cuando yo pienso en esto cambio…

Elsa Punset:
Creo la huella física en el cerebro.


Álvaro Pascual-Leone:
¡Claro! Entonces, esa separación entre Psiquiatría y Neurología como algo… se convierte en artificial.


Elsa Punset:
Claro, no hay tal separación.


Álvaro Pascual-Leone:
No la hay. Lo que hay es abordajes, como tú decías, donde, si quieres modificar el circuito y que se mantenga, probablemente lo mejor es modificarlo con técnicas de estimulación y ayudarlo con medicación y ayudarlo con apoyo psicológico…


Elsa Punset:
Entonces, tú sabes que generalmente hacemos algo que llamamos el Hazlo tú mismo.

Queremos compartir con nuestros espectadores una forma práctica de aplicar algo de lo que hemos visto a lo largo del programa. ¿Tú puedes recomendarnos formas de estimular el cerebro que podamos hacer fácilmente en casa las personas que nos están escuchando ahora mismo?

Álvaro Pascual-Leone:
Fíjate. Yo creo que si lo que queremos conseguir es que nuestro cerebro, el cerebro de cada uno de nosotros, se mantenga lo más sano posible, la evidencia más fuerte hoy por hoy es en tres cosas, tres cosas bastante sencillas.

La primera es comer la cantidad de calorías mínima para no perder peso, para mantener el peso al nivel adecuado de cada uno sin estar perdiendo, pero sin comer lo máximo para no ganar, que es lo que solemos hacer.

Elsa Punset:
Primera sugerencia.


Álvaro Pascual-Leone:
Primera cosa. La segunda cosa es que el ejercicio físico es útil y la forma más fácil de hacer ejercicio físico es usar las escaleras, pero la realidad es que quince minutos de ejercicio vigoroso para poner en marcha el corazón, esto tiene una ventaja no solo cardiovascular, sino que tiene una ventaja cerebral.

Y quizá para darte un punto de neurociencia a nuestros oyentes, no es porque gastes calorías, sino que resulta que ese tipo de ejercicio literalmente aumenta la capacidad de las zonas cerebrales que nos permiten tener mayor control inhibidor, mayor capacidad de resistir tentaciones, de tomar decisiones a su tiempo y no aceleradamente… O sea, cambia nuestro cerebro en una forma que nos es beneficiosa.

Elsa Punset:
¿Cuánto ejercicio recomiendas?


Álvaro Pascual-Leone:
Muy poquito. Realmente parece, en los estudios de Arthur Kummer, entre otros, que 15-20 minutos diarios es suficiente.



Elsa Punset:
Pero un poquito vigorosos, entiendo, ¿no?


Álvaro Pascual-Leone:
Sí. O sea, aeróbico para que realmente te ponga el corazón en marcha.


Elsa Punset:
Así que tu segunda sugerencia para un cerebro sano es hacer un poquito de ejercicio cada día. Así de sencillo.


Álvaro Pascual-Leone:
Así de sencillo.


Elsa Punset:
¿Y la tercera?


Álvaro Pascual-Leone:
Y la tercera es darse cuenta de que igual que los músculos hacen ejercicio, nuestro cerebro a la postre es un músculo un poco especial que necesita hacer ejercicio también. Y entonces hacer ejercicio cognitivo para mantener la capacidad plástica del cerebro es importante.

Y aquí la puntualización es darse cuenta de que lo que estamos hablando no es hacer más de lo que uno ya sabe hacer sino…

Elsa Punset:
Salir de tu zona de comfort.


Álvaro Pascual-Leone:
Justo. Hacerle hacer a tu cerebro cosas que no sabe hacer.


Elsa Punset:
Por ejemplo, ¿tú qué harías? ¿A ti qué te cuesta hacer?


Álvaro Pascual-Leone:
Yo no tengo ni idea de cómo bailar, no sé hacer punto o crochet y esas son el tipo de cosas que me harían mejorar las capacidades cognitivas.

O sea, realmente es darse que la función cerebral está en todas las habilidades que hacemos y que si tú no sabes pintar quizá eso es lo que deberías hacer. Pero como hobby dedicando esfuerzo.

Elsa Punset:
Por ejemplo, yo me pierdo en todas las ciudades, soy un desastre. ¿Qué tendría que hacer?, ¿coger mapas?, ¿no guiarme con un Tomtom?, ¿coger mapas y obligar a mi cerebro a trabajar? ¿Qué partes estaría trabajando del cerebro?


Álvaro Pascual-Leone:
Bueno, probablemente zonas parietales, pero puedes hacer también lo mismo con puzles, con los puzles estos de magia que tienes que encontrar la solución o con el juego de vídeo del Tetris, que lo tienes que rodar para…


Elsa Punset:
¿Y todos los días un poquito o llega un momento en que mi cerebro ya ha desarrollado la capacidad y puedo parar?


Álvaro Pascual-Leone:
Bueno, es lo mismo que el ejercicio físico que decíamos. Si lo usas, lo vas ganando; si lo dejas de usar…


Elsa Punset:
Úsalo o piérdelo, ¿no?, dicen del cerebro.


Álvaro Pascual-Leone:
Parece que este es el caso.


Elsa Punset:
Fantástico. Mil gracias, Álvaro.




REDES 27.06.2013