Ante una posible amenaza, lo primero que hacemos es
quedarnos quietos y expectantes. Expresiones como “contener la respiración” o
“quedarse paralizado por el miedo” hacen referencia a esa respuesta
defensiva de inmovilidad, que es una constante con pocas variaciones en
todas las especies de mamíferos, incluida la nuestra. Se caracteriza por
el cese del movimiento voluntario y el incremento del tono muscular. El
resultado una postura tensa, “congelada”.
Se sabe que esta ancestral
respuesta ante las amenazas está mediada por la sustancia gris
periacueductal (SGPA). Con este nombre se denomina a un conjunto de
neuronas que rodean, a la altura del cerebro medio (mesencéfalo), la cavidad
por donde circula el líquido cefalorraquídeo (el acueducto cerebral).La sustancia gris periacueductal está implicada, además, en funciones como la modulación del dolor, la ansiedad y de la conducta reproductiva. Además de paralizarnos de miedo, también es capaz de elevar la tasa cardiaca y la presión sanguínea y poner en marcha la respuesta de lucha o huida.
Este grupo de neuronas que rodean al acueducto cerebral es una parte central del circuito cerebral encargado de poner en marcha las respuestas frente al miedo. Está conectado con la amígdala, una estructura fundamental en el procesamiento de las emociones, entre ellas el miedo. Ante un peligro inminente, como el ataque de un animal, la señal desde la amígdala llega a la SGPA y se inicia un comportamiento defensivo de lucha o huida.
Sin embargo, ante un peligro no tan inminente, como una amenaza, otra zona del anillo de Sustancia Gris Periacueductal, la ventrolateral, pone en marcha otro comportamiento, en este caso de inmovilidad.
HALLAZGO INESPERADO
En concreto, los investigadores liderados por Richard Apps, han seguido “el hilo” desde la sustancia gris periacueductal de ratones hasta la pirámide del cerebelo, una estructura que, según este trabajo, se pone en marcha frente situaciones amenazantes naturales o bien aprendidas, como ocurre con la ansiedad.
Como novedad, el trabajo resalta que la pirámide del
cerebelo actúa como un importante punto de convergencia para las
diferentes redes de supervivencia con el fin de reaccionar ante una
situación emocionalmente difícil, señalan los investigadores. Se trata
de un punto clave dentro de la cadena que une la sustancia gris
periacueductal con la médula espinal, la ruta responsable de que nuestro cuerpo
se congele cuando experimentamos miedo.
APLICACIONES TERAPÉUTICAS
Además han descubierto que la SGPA es la responsable de la tensión muscular que acompaña a la sensación de sentirse paralizado por el miedo, y que tiene lugar por la activación de las neuronas motoras alfa, que inervan los músculos. Trabajos anteriores ya habían relacionado los comportamientos defensivos asociados al miedo con el cerebelo, en concreto con la zona media, donde se localiza la pirámide, que recibe las señales procedentes de la médula espinal. En particular la zona del vermis parecen jugar un importante papel en la consolidación de la memoria del miedo.
PILAR QUIJADA
Fuente: www.abc.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario